Cuando andas solo… y en cada camino te rodea un círculo de
bondad que a los tres pasos queda atrás y se convierte en el enemigo.
Cada paso que das es una nueva vida, una vida que empieza y
que acabará tan pronto como lo hicieron las anteriores.
La vida es como un río que te arrastra. No sabes a qué lugar
te lleva, pero te lleva. Te arrastra como una pequeña rama desprendida de su
tronco. No es tu elección, pero te lleva.
Te pierdes y te encuentras. Te ubicas en un lugar y de
repente se convierte en el infierno. Te hayas en el infierno que se convierte
en paraíso terrenal.
No sabes cuándo acabará, ni te interesa. Es un curso a
completar, sea cual sea tu elección. Hoy aquí, aunque el mañana es una densa
niebla que no quieres cruzar pero debes hacerlo. This is the end… or not.
¿Quién te acompaña en este transcurso? ¿Puedes estar seguro de una sola
presencia que esté junto a ti durante todas sus etapas?
Tus brazos, tus piernas… tu mente. Tu mente como el arma más
letal para acabar con los demás o contigo mismo. El dolor como herramienta para
justificar fracasos. Armaduras como consecuencia del mismo dolor. Melodías,
poemas… y de vez en cuando corazón. Rojo pasión y al momento, un negro abismal.
El cielo y el mar, la inmensidad.
Camina por calles anchas y sumérgete en perdidas calles
estrechas y oscuras. Busca donde te encuentras y decide el resto. Ocurrirá lo
contrario.
Puedes estar seguro de la banda sonora que acompañarán tus
pasos. De nada más. No te quemes, no arriesgues.
Pasea, camina, deja
tu huella. Aprieta contra la arena. Tu esencia está en el aire.